Bueno, Isabel, hoy nos toca un caso que, la verdad, me parece fascinante. Tequila Patrón, ¿eh? Quién iba a decir que un destilado tan tradicional, tan de la tierra mexicana, acabaría convertido en un símbolo global del lujo. Y no fue casualidad, claro. La estrategia de marketing detrás de Patrón fue, digamos, quirúrgica. Apostaron por la distribución selectiva, nada de estar en cualquier estante, y organizaron eventos exclusivos, fiestas donde solo entraban los que, bueno, ya sabes, los que marcan tendencia. Y luego, las alianzas con celebridades... Eso fue clave. De repente, veías a famosos con una copa de Patrón en la mano y, claro, la percepción cambiaba.Totalmente, Carlos. Es curioso cómo lograron que el tequila, que durante mucho tiempo se veía como una bebida popular, incluso algo ruda, se transformara en un objeto de deseo para un público que antes ni lo consideraba. Y lo hicieron sin perder ese toque aspiracional. Me recuerda un poco a lo que hablamos en el episodio pasado sobre cómo la narrativa puede cambiar la percepción de algo, ¿te acuerdas? Aquí, la narrativa del lujo fue construida con mucho cuidado.Sí, y fíjate, te cuento una anécdota. En España, hace unos años, el tequila era, bueno, lo que pedías en una fiesta universitaria, ¿no? Pero cuando empezaron a llegar marcas como Patrón, la cosa cambió. De repente, pedir tequila en un bar elegante ya no era de mal gusto, sino todo lo contrario. Era como decir: "yo sé de esto, yo aprecio lo bueno". Y eso, sinceramente, fue un cambio de mentalidad que vino directamente de cómo se posicionó la marca.Claro, y ese cambio no solo fue en España, pasó en muchos países. La botella, el diseño, la comunicación... todo estaba pensado para transmitir exclusividad. Y, bueno, el precio también ayudó, ¿no? Porque si algo hemos aprendido es que el precio, a veces, es parte de la narrativa del lujo.Ahora, lo que me parece más interesante es cómo Patrón logró equilibrar esa autenticidad mexicana con una imagen tan cosmopolita y exclusiva. Porque, a ver, el tequila es México, pero Patrón es, no sé, Nueva York, Londres, Tokio... ¿Cómo crees que lograron ese balance?Pues, yo creo que fue un juego de malabares, Isabel. Por un lado, mantenían la narrativa de origen, el agave, la tradición, los maestros tequileros... pero al mismo tiempo, la marca se presentaba en contextos internacionales, en eventos de moda, en restaurantes de lujo. Y eso, quieras o no, cambia la percepción global del tequila. Ya no es solo una bebida local, es un producto aspiracional en cualquier parte del mundo.Sí, pero ahí hay un riesgo, ¿no? Porque cuando un producto cultural se internacionaliza tanto, puede perder parte de su esencia. Me pregunto si, en el caso de Patrón, esa globalización no diluyó un poco la autenticidad mexicana. Es como lo que pasó con el sushi o el yoga, que empezaron siendo algo muy específico y ahora los ves en todas partes, pero a veces ya no se parecen tanto a lo original.Tienes razón, y creo que es un dilema para cualquier marca que quiere crecer sin perder su alma. Patrón, hasta donde sé, ha intentado mantener ese equilibrio, pero siempre hay una tensión. Y, bueno, también depende de cómo lo perciba el consumidor. Algunos lo ven como una evolución, otros como una traición a la tradición. Es complicado.Y es un debate que no tiene una respuesta única. Pero sí es cierto que el caso de Patrón nos muestra cómo la identidad cultural puede adaptarse y, a veces, reinventarse para conquistar nuevos mercados. Aunque, claro, siempre hay que tener cuidado de no perder lo que hace único al producto.Y hablando de retos, Isabel, uno de los más grandes para Patrón fue cómo mantener esa exclusividad mientras crecían a nivel global. Porque, claro, si todo el mundo puede comprarlo, ¿sigue siendo exclusivo? Es una pregunta que muchas marcas de lujo se hacen. Patrón, por ejemplo, limitó la producción, cuidó mucho los puntos de venta y siguió apostando por experiencias premium, incluso cuando ya era una marca conocida en todo el mundo.Exacto, y eso no es nada fácil. Porque la tentación de vender más, de estar en todos lados, es muy grande. Pero si caes en eso, pierdes el aura de lujo. Me parece interesante cómo Patrón supo decir "no" a ciertas oportunidades para proteger su imagen. Y, bueno, eso requiere mucha disciplina estratégica.Y aquí me surge una duda, Isabel. ¿Tú crees que este modelo de transformar un producto cultural en un objeto de lujo se puede aplicar en otros sectores? O, no sé, ¿es algo único del tequila y de cómo lo hizo Patrón?Mira, yo creo que sí se puede, pero no es fácil. Hay ejemplos, como el café de especialidad o el chocolate artesanal, que han seguido caminos parecidos. Pero necesitas una historia potente, autenticidad y, sobre todo, coherencia en cada detalle. No basta con ponerle un precio alto o una botella bonita. Es todo un proceso.Sí, y al final, lo que nos deja el caso de Patrón es que la comercialización aspiracional puede transformar percepciones, pero también exige mucho cuidado para no perder la esencia. Es un equilibrio delicado, pero cuando se logra, el impacto es enorme.Bueno, Carlos, creo que con esto cerramos el episodio de hoy. Ha sido un gusto analizar este caso contigo, como siempre. Y seguro que en los próximos episodios seguiremos explorando más historias de transformación empresarial.Igualmente, Isabel. Gracias a todos por escucharnos y nos vemos en el siguiente episodio de IPADE Agosto 2025. ¡Hasta pronto!¡Hasta la próxima!

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El Tequila de Lujo